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Saturday, May 31, 2014

Las Tormentas de TomásTreviño en manos de la Santa Inquisición y Su Gran Tesoro.

Tomás Treviño y Sobremonte fue víctima de la Santa Inquisición en el Acto de Fe de 1649.

Tomás vivía en la Calle de Cacahuatal de San Pablo, ahora Escuela Medica Militar, atrás del predio que pertenencia a los Agustinos. Su familia venía de Medina de Rio Seco, de Castilla la Vieja. En España, su familia se había usado el apellido Represa, una familia con una larga historia de acoso por parte de la Inquisición.

Tomás fue comerciante muy exitoso, que viajaba constantemente por la Nueva España, y con un comercio prospero en la Nueva Galicia, en la Ciudad de Guadalajara. El negocio tuvo dos portones de entrada: por la primera puerta, el marchante recibía precio normal, pero por el segundo, un buen descuento. Esta novedad atraía mucha clientela, pero mucha envidia de la competencia. Se le acusaron a Tomás de haber enterrado abajo del piso de la segundo puerta a un Santo Cristo, y por eso motivo, a cambio del sacrilegio, regalaba a los marchantes un mejor precio.
 
No tardaron estos rumores para llegar a los oídos de la Santa Inquisición. Cuando Tomás llegó de regreso a la Ciudad de México, le aprendieron, y le llevaron al Palacio de la Santa Inquisición. Su expediente estaba lleno de acusaciones:
·         De hacer constantemente ayunos,
·         De no asistir a Misa,
·        De cuando le saludaban los vecinos en la calle con el “¡Buenos Días!”, no contestar correctamente con el “¡Alabado sea El Santísimo Sacramento!”
 
 "Por esta puerta entraban los acusados de la Inquisición."
 
Una vez sentenciado Tomás, hizo 3 días de ayuno antes de su sentencia. En vez de recantar, en busca de una sentencia menor, Tomás dijo que prefería morir como un buen judío.

Se le amarró al garrote en la Plaza del Volador, se le prendieron fuego a la hoguera, y el humo le sofocaba, mientras se quemaba, pero jamás gritó en su tormenta, hasta desesperado con la lentitud del fuego y que no acabaron sus tormentas, gritó: “¡Échale más leña, que mi dinero me cuesta!”
 
Menorah confiscada a una judía en el Palacio de la Inquisición.

Tomás fue martirizado por su fe en Dios, y es un ejemplo que debemos estudiar, como un caso de intolerancia, y muy probablemente de envidia. Tomás fue admirable en su fidelidad a su fe, y lo debemos admirar y honrar, sobretodo, cuando su fe tiene las mismas raíces como la creencia de los Católicos. 
Nuria Galland nos enseña el cuadro que ilustra el Acto de Fe de 1649 
 
La casa de Tomás quedó abandonada por más de 200 años, como una casa encantada maldita y se convirtió en guarido de ladrones. En 1896 fue comprada y durante la restauración, el albañil, domado por la avaricia de encontrar el “tesoro del Judío”, se trasnochó, excavando todo el cimiento hasta por fin encontró el tesoro. Con los gritos de desesperación, el muro de adobe le se cayó encima del albañil, quien fue encontrado al día siguiente, aplastado entre piedras , muerto. pero con su tesoro todavía en sus manos: unos huevos de lagartija.

¡Quien ríe al último, ríe mejor!

 

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