Erase una vez, una novicia muy devota, que veía como le pesaba la Cruz a Nuestro Señor, Jesucristo.
La novicia se consagró su vida entera al Convento de Santa Caterina de Siena, pero nunca se cansó en contemplar al Cristo crucificado.
Una noche, cuando la monjita estaba ya muy viejita y enferma, hubo una tormenta de viento y lluvia fría. Temblaba la monjita. De repente, escuchó que le tocaban en la puerta de su celda. Se levantó de la cama, y cuando abrió la puerta, se encontró con un hombre pobre y desamparado, que le hacía gestos que tenía hambre. La monjita le compartió un poco de pan de su mesa. Luego el mendigo le hizo gestos que tenia sed, entonces, la monjita le dio a beber de la ánfora de su mesita de noche. Finalmente, el mendigo le hizo gestos de que tenia frio. Entonces, la madre le dio su rebozo. Cuando se partió el mendigo de la puerta, la monja falleció. La mañana siguiente, el Cristo crucificado de la capilla estaba cubierta con el rebozo de la monja.
El Señor del Reboso, originalmente en el Convento de Santa Caterina de Siena, se ubica actualmente en una capilla de la Iglesia de Santo Domingo.
Hasta aquí, se trata de una leyenda, y una "creencia o tradición popular", y ciertamente no es un articulo de fe. Hubo de verdad un milagro?
En cierto sentido, si apareció o si no apareció Cristo a la monja, es un asunto irrelevante, y no tan importante. Una aparición es un milagro. La Caridad entre nosotros los humanos es el milagro más grande y más hermoso.
La Caridad es la reina de las tres virtudes teologales. A unos pocos pasos de donde se encuentra el "Señor del Reboso" ahora, en la Iglesia de Santo Domingo, en la Sacristía, hay una pintura grande y hermosa, de la Virgen con Santo Domingo de Guzmán. Alrededor de ellos se encuentran representadas las tres virtudes: la Fe, la Esperanza, y la Caridad. Cada Virtud está acompañada por una legión de ángeles. Pero el pintor, Cristóbal de Villalpando, únicamente pintó el Ángel de la Caridad con rojo vivo, ya que no tenemos necesidad de creer ni de esperar en el Cielo, pero sí podamos seguir amando.
La dedicación de tantas monjas durante siglos es un testimonio de Caridad. La Monjita del reboso habrá sido un modelo de imitación para sus compañeros.
Pero, ¿quién me contó la leyenda? Aquí fue el verdadero milagro de Caridad. Benjamín Gómez, representante de la Iglesia Presbiteriana, fue quien me contó la historia, cuando fui a visitar al ex convento de Santa Caterina de Siena, ahora una Iglesia Presbiteriana. Para un presbiteriano, toda esta leyenda le ha de parecer poco creíble. Para comenzar, les es prohibido tener imágenes en la Iglesia. Sin embargo, toda la actitud de Benjamín fue de gran respeto frente a las creencias y las sensibilidades religiosas de sus colegas de otra secta diferente de la fe cristiana: de los católicos. Su explicación y actitud fueron llenas de tolerancias, y nunca hubo una actitud de incredibilidad o de burla. Benjamín Gómez es ejemplar, digno de imitar! Pero no hay nada en este mundo que sucede por caso. Benjamín Gómez, presbiteriano, me tendió la mano, a mi, católico, en una iglesia, que fue consagrada en su inicio, a una gran Santa y Doctora de la Iglesia, que fue, a su vez, un gran ejemplo de caridad hacia los pobres y hacia los enfermos, y que dedicó su vida, a resanar las diferencias entre los diferentes pueblos de Cristo: a los de Pisa en guerra con los de Siena, a los de Florencia, en guerra con los soldados de Luca, y a los Franceses de Aviñón, que se habían llevado al Papa de Roma. Santa Caterina de Siena era una persona llena de caridad, que se dedicaba a unir al pueblo de Dios, y creo que estaría muy contenta de conocer a Benjamín Gómez.
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