Alexander Humboldt escribió a principio del Siglo XIX, "Es gibt vielleicht keine Stadt in ganz Europa": escribía Humboldt ("no hay una ciudad en toda Europa"), y que la Ciudad de México fue una ciudad de palacios, más hermosa que las ciudades más elegantes de Europa.
Gran parte de esos palacios de que hablaba Humboldt fueron construidos en el Siglo XVIII.
Dinámico toque arquitectónico visual en la esquina de las columna de la planta baja.
Uno de los palacios más elegantes jamás construidos en México fue el Palacio de la Inquisición. Este palacio fue construido por el mismo arquitecto que se encargó de la mayor parte de la construcción de la Catedral de México, de la Profesa, del puente de la historia de San Juan del Rio, de Santa Teresa la Nueva, y de la Antigua Basílica de Guadalupe. Se llamaba este arquitecto Pedro de Arrieta y nació en Pachuca. Las dos calles que forman la equina del terreno del Palacio son demasiado estrechas para merecer una puerta como de un palacio, y aparte de todo, la vista hacia el poniente era de un Sanctorum, es decir, un atrio, usado como panteón de muertos. La solución de Pedro de Arrieta era de usar la esquina del Palacio como entrada, y quitar la columna final de la columnata, logrando una ligereza y elegancia insólitas. Aparte, Pedro nos obliga a ver el patio de forma diagonal, y asi se percibe una sensación de mayor espacio, ya que la columna del otro extremo, tampoco existe.
Vista de la elegante columnata superior del Palacio de la Inquisición, gran obra de Pedro de Arrieta
Sin embargo, este gran arquitecto de palacios suntuosos, Don Pedro de Arrieta, era tan pobre cuando falleció, que su viuda le tuvo que pedir limosna al Santo Oficio, para poderlo enterrar.
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